La Ciudad Tranquila
Desde el otro lado
de la ría
contemplo la
ciudad de Vigo,
brillantemente
Iluminada
por el tranquilo
sol de la tarde primaveral.
Las nubes
blanquísimas bailan
en un cielo azul
intenso,
cuidando la paz de
toda esa gente
que vive,
construye, disfruta, también sufre,
pero en paz.
La vida.
Mientras, en otros
lados, en otras ciudades, caen las bombas y los cohetes.
La desgracia, la
destrucción inmisericorde.
La muerte.
Desde este lado
miro la ciudad tranquila.
y en el parque en
que me encuentro,
veo pasear a los
viejos,
jugar a los niños,
a los jóvenes
entrenando,
a los enamorados
abrazados,
algunos juegan a
las cartas.
Disfrutan la paz y
la alegría de la cotidianidad.
Mientras, en otros
lados, en otras ciudades, caen los cohetes y las bombas.
La desgracia, la
destrucción inmisericorde.
La muerte.
Sí, la muerte
injusta e inmerecida.
Sí, miles de
millones para sostener la mierda.
Veo los cuerpos de
aquellos que yacen sin menoscabo.
Los muertos:
de aquellos
“otros” viejos paseando,
de aquellos
“otros” niños jugando,
de los “otros”
enamorados muertos abrazados.
La destrucción de
todo lo hermoso.
y los hombres
entregando su vida:
unos destruyendo y
otros defendiendo
lo que tanto
esfuerzo costó.
Y desde esta paz
que disfruto, ¡cojones!,
cuando otros
injustamente mueren,
mirando la paz de
mi ría,
pienso:
¿En nombre de qué
y para quienes?
¡Qué impotente y
rabioso me siento!
¡Qué mierda de
mundo tenemos!
No hemos aprendido
nada.
¡Maldigo a todos
esos singaos que nos llevan a la guerra!
No les puedo
mencionar sus madres.
Ellas seguramente
hubieran defendido la vida y no la muerte.
¡Singaos, sí!
¡Singaos!
En Cuba, Singao(a): persona malvada, vil o infame.
3 de abril, 2022